Vada vez estoy más convencido de que el cello, MI VIOLONCELLO, tiene vida y sentimientos propios:
Lo mismo un día suena suave, amable, dulce, con voz bien templada y armoniosa, qué, sin saber porqué, al día siguiente suena enfadado, cabreado, desagradable, con voz cazallera y ruido de tripas el muy h.p.!!
Ah, y no depende de si hace más o menos calor, de si es por la mañana o por la noche, ni siquiera del estado de ánimo o la pericia de quien lo toca!!! (bueno, esto último, un poco sí, la verdad...).
Yo le "rasco" siempre con la misma buena voluntad, el mismo ahínco, la misma precipitación, tensión y ansiedad, y él..., él responde como le sale de los C.
Pero, a pesar de su volubilidad y su inestabilidad anímica, he de confesar que se ha convertido en un buen amigo mío: cascarrabias a veces, sí, pero siempre disponible, siempre atento, siempre dispuesto para ayudar y acompañar.
A mí me gustaría que esta incipiente amistad durara siempre, que poco a poco aprendiera (aprendiéramos juntos) a dominar su mal humor....Yo lo voy a intentar; a ver si él se deja convencer!!!!
Ya, ya iremos contando, ya...
No hay comentarios:
Publicar un comentario